Los meses
finales del año pasado y los que llevamos de éste se han caracterizado, en lo
meteorológico, por la escasez de precipitaciones. Esto ha originado que las
reservas hidrológicas hayan disminuido y que el agua embalsada esté en mínimos
históricos. Por esta razón, en estos días, del recién inaugurado otoño, cuando
los árboles comienzan a cambiar el color de sus hojas, nos hemos trasladado
hasta el pantano de Barrios de Luna, uno de los más afectados por la escasez de
lluvias y por la sobreexplotación a la que se ve sometido debido a la cantidad
de hectáreas que riega. La capacidad de embalse se encuentra, en estos
momentos, a menos de un 10% de su volumen total
La política
hidráulica de pasado siglo XX se basó en la realización de grandes obras hidráulicas
encaminadas, básicamente, a aumentar la superficie de tierras de regadío y, en
consecuencia, la productividad del sector agrícola, y a proporcionar recursos
para el suministro eléctrico con el fin de impulsar el desarrollo económico.
En los primeros
años del siglo pasado se inician las obras de los principales pantanos y tras
la Guerra Civil se desarrolla una política encaminada a la construcción de
nuevos embalses. Entre 1940 y 1963 se construyeron 287 embalses a lo largo de
la geografía española. Esta política hidráulica ha permitido que la capacidad
de embalse de muestro país haya pasado de 100 hectómetros cúbicos a finales del
siglo XIX a más 53.000 hectómetros cúbicos.
Las
consecuencias positivas de esta política fueron la regulación de los cauces
para prevenir inundaciones, el abastecimiento de aguas a los núcleos urbanos,
el aumento de las tierras de regadío y
el aumento de la producción eléctrica, y las negativas, que muchas personas
tuvieron que abandonar sus tierras, casas y modo de vida para marcharse a otros
lugares e iniciar una nueva vida con unas indemnizaciones exiguas.
En la provincia
de León se construyeron varios embalses. De los de mayor volumen el primero en
inaugurarse fue el de Barrios de Luna que se terminó en el año 1956, tras él se
inaugurarían los de Bárcena (1960), Porma (1968) y Riaño (1988).
La puesta en
funcionamiento del pantano de Barrios de Luna supuso la desaparición de 15
pueblos (Arévalo, Láncara de Luna, Lagüelles, Campo de Luna, Oblanca, San Pedro
de Luna, Casera, Miñena, Santa Eulalia de las Manzanas, Mirantes de Luna, Mallo
de Luna, El Molinón, Casasola, La Canela y Truva). La población desalojada por
el pantano se estima de más de 1.500 personas, la mayoría de las cuales
abandonaron la zona.
Cuando el nivel
del agua baja, además de la pared desnuda de la presa y las laderas de las
montañas marcadas por los diferentes niveles señalados por la acción del agua,
se pueden contemplar los restos de algunos de los pueblos que quedaron
inundados por el embalse. Paredes de piedra semiderruidas delimitan el contorno
de lo que fueron casas y cuadras. Es fácil distinguir las calles y las
carreteras que unían las diferentes localidades, e incluso todavía se conserva
algunos puentes. Las fincas, muchas de ellas perfectamente delimitadas por
piedras, comienzan a recobrar el color verde que antaño las cubría.
tienes muy buenas fotos.
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