La
Plaza Mayor de León, como ya señalábamos en otra entrada de este blog, nació
como un espacio situado fuera del recinto amurallado de la ciudad donde se
desarrollaba, desde el siglo X, un importante mercado con intercambio de todo
tipo de mercancías. Con el transcurrir de los años la plaza quedó incorporada a
la ciudad. En el año 1654 hubo un incendio que destruyó varias casas del barrio
de San Martín. Como consecuencia del mismo las autoridades concejiles
decidieron la construcción de una nueva plaza para que se convirtiera en el
centro neurálgico de la ciudad y en donde poder celebrar todo tipo de
actividades comerciales y festivas. Se compraron solares y casas, se derribaron
algunos edificios y se buscó financiación,
solicitando ayuda al rey Felipe IV, quien en 1657, cedió al concejo un arbitrio
de cuarenta maravedíes sobre cada cántara de vino que fuera vendida en la
ciudad o en sus arrabales.
Se empiezan los
trabajos con la construcción de la casa de las Panaderías y se encarga el
diseño de la plaza a un jesuita llamado Antonio Ambrosio. Iniciadas las obras
se fueron desarrollando hasta que en 1673 el Concejo decidió ampliar la plaza y
encargar a Francisco del Piñal un nuevo proyecto. El nuevo proyecto implicaba
la sustitución de la casa de las Panaderías por el Mirador o Consistorio Viejo.
Hacia 1677 las obras estarían prácticamente concluidas.
La plaza es de
planta trapezoidal, con tres lados prácticamente idénticos. Los edificios
tienen una planta baja con soportales con pilares de piedra y arcos de medio
punto y dos plantas de viviendas construidas con ladrillo. Las viviendas de la
primera planta están unidas por un balcón corrido mientras que en la segunda
planta los balcones son independientes.
En la plaza
destaca el edificio del Consistorio Viejo o Mirador del Concejo, edificio
barroco, que fue mandado construir por el corregidor Juan de Feloaga con el
propósito de proporcionar a los regidores y caballeros de la ciudad y a sus
familias, un balcón para contemplar los acontecimientos que se celebrarán en la
plaza, en concreto, las corridas de toros cuya celebración se habían trasladado
a esta plaza desde 1673. El edificio, realizado con sillares de piedra,
presenta, a los lados, dos torres cuadradas, con escudos, cubiertas con
chapiteles de pizarra y un cuerpo central de tres alturas con escasa
profundidad, debido a la presencia del ábside de la Iglesia de San Martín, que
se remata con un reloj construido en el siglo XIX. La puerta de acceso está
formada por un arco de medio punto entre columnas estriadas y capiteles
corintios. La primera planta presenta balcones corridos y en la segunda planta
destaca el balcón principal con pilastras y frontón recto.
Enfrente del
Consistorio se encuentra otro edificio que rompe con la estructura general de
la plaza. Es un edificio que se construyó en el siglo XX tras la destrucción de
la casa que allí existía por un incendio. Es un edificio de dos plantas con torreón con chapitel de pizarra.
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